Escrito por: Joseph Caceres (josephcaceres.net) En días pasados asistí a una demostración de un robot que toca música, junto a algunos amigos que, maravillados, no dejaban de expresar su asombro y admiración por la capacidad que tenía una máquina de ejecutar una pieza musical con elementos armónicos muy cercanos a los reales que no habían sido previamente grabados para su reproducción.
Cierto es que se ha avanzado y se sigue avanzando, hasta agotar nuestra capacidad de asombro.
En el detalle que reparé y le hice saber a los amigos "sorprendidos" por la habilidad del robot, es que hace tiempo la música y los músicos han sido robotizados.
Sólo hay que ver los aparatos que hoy día facilitan el trabajo a los músicos en los estudios, y cuando se encuentran en un escenario.
El empleo de los "pro tools", la plataforma de grabación multipista de audio y midi, el "auto tune", con sus posibilidades para mejorar tonos y afinar a los cantantes, así como los sofware y "plugins" que hoy día no solo sirven de auxilio a los músicos, sino que también los sustituyen.
Claro está que son herramientas muy usuales en la música moderna, que en gran medida han contribuido a la proliferación de tantos artistas urbanos y callejeros, que con una computadora en su casa, producen las piezas que luego los catapultan hacia el éxito, apoyados por la demanda de una gastronomía musical de un sector de la juventud que no se plantea en términos de grandes exigencias al expresar sus preferencias.
Que nadie se asombre entonces de que un robot toque música... Como en las películas de ciencia ficción, hace tiempo ya que los alienígenas computarizados y cibernéticos viven con nosotros.
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