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ARTE NACIONAL

lunes, 2 de enero de 2012

Nostalgias del pasado

Escrito por:  Joseph Caceres (josephcaceres.net)
Los clubes latinos  de Nueva York con grandes salones de los 80 pertenecen a un pasado nostálgico, que algunos recordamos con cariño y un dejo de pesadumbre a la vez.
El agridulce sabor de una época  irrepetible en que las orquestas de merengue abarrotaban con miles de personas salas como Happy Hills Casino, Estudio 84, Las Vegas, Fuego Fuego, Trocadero, y cualquier otro nombre que asumían como parte de su identidad en una época.
Eran tiempos en que hasta ocho orquestas viajaban completas a participart del Carnaval del Merengue que organizaba José Tejeda, en los grandes teatros de Nueva York, como el Madison Square Garden, Radio City Music Hall, Lincon Center, Carnegie Hall. Que luego de tocar en  el evento amenizaban fiestas bailables en los principales clubes, con aforo de hasta dos mil personas, provocando una efervescencia que no era ajena a los diarios y canales americanos, que realizaban reportajes sobre la música dominicana, como era el caso del Daily News, the New York Time, y canales como el 7 de la cadena ABC. Eran los años dorados del merengue,  de cuya siembra todavía los que quedan están viviendo, si reparamos en el hecho de que todos los exponentes del género que mantienen vigencia provienen de esos años, sin haber propiciado un relevo generacional. Difícil le resulta a los nuevos encontrar espacio en un mercado atomizado, donde los grandes clubes de Nueva York han desaparecido para dar paso a los denominados "lounge", que se llenan con un centenar de personas. Lo único que le ha quedado es el United Palace, un teatro que opera como una iglesia.
Con el agravante de que hay merengueros que viajan solos a Nueva York, dejando a sus músicos en Santo Domingo, por un tema de economía en pasajes y estadía. Prefieren tocar con una agrupación expresa formada por músicos residentes en Nueva York que han ensayado el repertorio, lo cual si bien es cierto disminuye los costos, del mismo modo menoscaba la imagen de la orquesta.
Hay líderes de agrupaciones que no aceptan giras bajo esas condiciones, pero no todos pueden asumir una actitud de orgullo. Necesitan de la plaza de Nueva York, aún en condiciones tan precarias como las que se ofrecen en estos tiempos.
"Para todo perdido, algo ganado", razonan los que aceptan viajar sin sus músicos.
Bastante problemas ya confrontan aquí con los organizadores de espectáculos de tarima, que prefieren a un rapero con un disc jockey, en vez de una orquesta compuesta por 15 músicos.

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