Se cumplió la primera mitad del año, y como es ya de Ley en Acroarte, es obligatoria la convocatoria de una reunión evaluativa de todo lo importante que ha acontecido en el primer semestre.Por lo general se le presta más atención a la segunda evaluación correspondiente al segundo semestre del año, por razones obvias, lo cual obra en la mayoría de los casos en perjuicio de todas las actividades que se han hecho en el primero, que muchas veces se olvidan.
La necesidad de afinar el sistema de evaluación y transparentar más la escogencia de los nominados a los premios Casandra fue un tema de debate y de cuestionamiento en la recién pasada campaña electoral de Acroarte.
Hay dos posiciones encontradas.
La de un sector de cronistas de arte que está de acuerdo en que sanear y adecuar el sistema de nominación, para llevarlo a los nuevos tiempos, de la manera más diáfana, y la de otro grupo, actualmente en la dirección de la institución, que afirma "todo está bien".
Claro, un "todo está bien", porque admitir lo contrario sería dar la razón a fuertes cuestionamientos que por abajo corroen la base de sustentación del premio, debilitándolo de cara a los artistas y el pueblo.
De que hay cosas que cambiar y mejorar no hay duda. No importa quien lo diga o lo niegue.
El hecho de que desde el mismo seno de la institución salgan a relucir tantas cosas que se dicen, basta y sobra para que mucha gente de fuera se quede con la boca abierta.
Bien se haría con no asumir actitudes cerradas, y que de alguna manera los que cuestionan y los cuestionados se pongan de acuerdo para que las cosas cambien en beneficio de Acroarte, del premio Casandra, los artistas y los patrocinadores.
No creo que a ningún acroartista le convenga que el premio que ellos mismos organizan se vaya a pique.
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