En la ruta del Casandra

Para seleccionar al productor del premio Casandra se hace un concurso donde se escoge la mejor propuesta de todas las que se someten a la consideración de la empresa patrocinadora. A partir de ahí se desarrolla el proceso de montaje haciendo acopio de los elementos y recursos que conlleva el concepto de la producción ganadora.Se trata de asegurar lo que se puede considerar el envase, la vestimenta, la apariencia, lo cual es valorable, porque en gran medida es lo que le confiere atractivo a la premiación. En esa parte la Cervecería Nacional Dominicana cumple de manera metódica su rol como responsable de la producción, de su puesta en escena y su transmisión para la televisión.La otra parte le corresponde a la Asociación de Cronistas de Arte, que asume la responsabilidad de evaluar quiénes merecen o no ser nominados y premiados.El otorgamiento de los galardones es en fin de cuenta lo que le confiere singularidad y da carácter a la premiación. Si bien es cierto que una buena producción es importante, mucho más lo es el que las estatuillas se otorguen a quienes realmente las merezcan.Y ahí precisamente es donde viene el problema.El Casandra cuenta con una cantidad de estatuillas con las que se busca premiar las actividades del arte en sus diferentesmanifestaciones. Empero, si en verdad se hace una evaluación apegada a criterios objetivos de la realidad del arte en la República Dominicana, nos encontramos con varios renglones que muy bien pueden quedar desiertos, porque nada de trascendencia se ha hecho como para justificar el otorgamiento de un galardón. Es algo de lo cual Acroarte se cuida creyendo que si se dejan algunos renglones desiertos se desestimula a quienes tratan de mantenerse en el medio aplicando la ley del menor esfuerzo. Deberían entender que en vez de hacer bien le hacen un daño al premio, pues con ello se disminuye su aprecio y valoración.

El Casandra, de origen, fue concebido como un premio a la excelencia y nadie que se lo haya ganado en buena lid puede ver con buenos ojos la estatuilla en las manos de un "juandelospalotes", como está ocurriendo últimamente con el absurdo democratismo que ultimamente permea la premiación de la Cervecería y de Acroarte.